Decía Bill Gates en una de sus entrevistas que “las grandes oportunidades nacen de haber aprovechado las pequeñas oportunidades.” Muchas veces pensamos que para lograr el éxito debemos tener contactos de gran influencia, clientes poderosos o recursos de gran envergadura. Sin embargo, la realidad demuestra lo contrario: el éxito consiste en ir de menos a más. Al menos eso es lo que ha confirmado uno de los hombres más ricos del mundo.
Si nos situamos en la perspectiva correcta, advertiremos que la velocidad es a la riqueza lo que es la lentitud a la pobreza. En otras palabras, la persona que quiera progresar debe ir tanto rápido como le sea posible. Ir rápido no significa ganarle a la competencia o correr más que el resto: contrariamente, significa disponer con prontitud de nuestras capacidades y recursos.
Esto es: avance tanto como le sea posible. No se duerma. No espere demasiado. Toma todas las ocasiones de crecimiento. Dice la vieja lección que “mucho análisis, trae parálisis.” Por supuesto, esto no quiere decir que debemos actuar a alocadamente. Más bien, plantea que no le demos muchas vueltas a una misma situación: es preferible equivocarse y aprender, que quedarse con la duda y nunca crecer.
No existe mejor motivante que los resultados
Si usted se hace una persona cuya cultura es una cultura de logros, entonces siempre estará con hambre de éxito. Se dice que los ganadores son ambiciosos: siempre quieren más. Y conforme logramos un objetivo, vamos por otro más grande. ¿Pero cómo esperas ir por un gran logro si no has podido obtener un logro pequeño? Por eso la clave es tener velocidad en nuestras decisiones y si nos equivocamos, aprendemos y seguimos intentando.
Mientras más experiencia tengamos, mejor nos irá. Pero es en ese orden siempre: de menos a más, y a mayor velocidad, más logros. Y más logros significan más motivación. Esto implica ser un ambicioso permanente, un hambriento. Siempre querer ir por más.
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